6 de diciembre de 2013

EDGAR WILLEMS/ Niños de hoy, músicos del mañana


A comienzos del siglo XX un nutrido grupo de músicos y pedagogos centraron sus investigaciones en el estudio de la formación musical para los más pequeños. La educación temprana en el arte, y concretamente en la música, se presentaba ya entonces como una realidad con resultados tangibles a corto plazo. La música ayuda a desarrollar el intelecto y ayuda a que los niños desarrollen sus sentidos, especialmente el oído. Por primera vez y rompiendo con los cánones más tradicionales, el concepto de educación musical (especialmente temprana) dejó de incluir palabras como instrucción o enseñanza, saliendo de ambos términos, que se reservaron desde entonces  para los años posteriores de formación musical. Así pues, la educación musical infantil pasa a entenderse como la extracción de una parte de la naturaleza humana, una parte de la esencia del hombre que sirve para despertar y desarrollar otras facultades. 

Los nombres asociados a este nuevo movimiento centrado en el campo de la formación musical infantil son muy conocidos. Entre ellos destacan Karl Orff, quien tomó como eje de su pedagogía musical el movimiento corporal como vehículo comunicativo y socializador, o Emile-Jacques Dalcroze, percusor de la musicoterapia al desarrollar una terapia educativa centrada en los enfermos y que partía de los ritmos que ellos mismos podían hacer para comunicarse.  Sin embargo, si hablamos de educación musical temprana, el referente obligatorio es el músico y pedagogo Edgar Willems, quién destacó la importancia de la iniciación musical de los más pequeños defendiendo la sensibilización musical desde la cuna y la educación musical en casa. 

La formación musical de Edgar Willems comenzó en su pueblo natal, Lanaken (Bélgica) donde recibió clases de piano. A pesar de que siguió estudiando música durante su paso por la Escuela de Bellas Artes de Bruselas, donde curó magisterio,  Willems siempre se definió a sí mismo como un “autodidacta” en este campo. 


La pasión de Edgar Willems por unir música y pedagogía surgió algunos años más tarde, tras instalarse en París. Allí conoció a gente que empezaba a investigar sobre cómo enseñar música, personas a su vez muy cercanas al espiritualismo, doctrina filosófica que él mismo profesaba. Entre estas personas que influyeron tanto a Edgar Willems se encontraban Raymond Duncan (hermano de la bailarina y coreógrafa Isadora Duncan) y  Lydie Malan,  de la Universidad de Ginebra y discípula brillante de Jaques-Dalcroze. Dalcroze había sido el “creador”de la musicoterapia y había propuesto como parte fundamental de su método el movimiento y la correcta posición del cuerpo para alcanzar una sólida base musical  tres elementos: 
  • ritmo
  • solfeo 
  • improvisación
A lo largo de su vida Willems realizó numerosas investigaciones acerca de la sensorialidad auditiva infantil y de la relación música- psiquismo humano.

El oído como fuente de la “sabiduría” y  la música como método de expresión

Antes de desarrollar su propio método pedagógico, Willems impartió varias clases de música en Ginebra, entre ellas un seminarios sobre filosofía y música y un curso de solfeo para adultos. Sin embargo, la investigación sobre cómo enseñar música y de qué forma hacerlo era lo que más le interesaba. Si algo fascinaba a Willems de Dalcroze era su concepción orgánica de la música, porque era una visión que, hasta cierto punto, ambos compartían. De hecho, el primero describe al ser humano como un sistema integral el cual en la música se involucra en sus tres dimensiones: la física, la espiritual y la afectiva. Otro de los puntos en los que ambos pedagogos coindicen es la necesidad de “desintelectualizar” la enseñanza musical. Es por eso, que Willems decidió centrarse en esta enseñanza destinada a los más pequeños.


El Método Willems se orienta a la educación de los niños, independientemente de sus dones musicales, para que puedan desarrollar a través de la música sus facultades sensoriales  y motrices, cognitivas y afectivas. En este sentido, la música es algo más que una asignatura que se aprende en el colegio: abarca formación musical “controlada” pero involucra también a las familias, apostando por una educación activa y creativa en la que la vida del niño y su desarrollo auditivo se ven favorecidos por lasensibilización hacia la música. La audición como actividad musical pasa entonces a ser un campo abierto y plural que mejora la inteligencia musical y que favorece la sensibilidad estética del alumno. 

Para desarrollar su método Willems analizó distintos modos de audición y acuñó el término  inteligencia auditiva, que permite crear relaciones entre sonoridades y movimientos y establecer analogías entre comprensión y esfuerzo constructivo y entre sensibilidad e intelectualidad, apostando en este último caso siempre por la primera en la educación infantil temprana.

Un modo de enseñar más lúdico y humano

En definitiva, ¿en qué consiste el Método Willems?  Lo primero que hay que tener en cuenta es que entre los objetivos de Willems se encontraba convertir la educación musical en algo agradable, sensible y ameno, cotidiano e incluso lúdico para poder extraer de ellas todas las ventajas para el desarrollo intelectual y motriz. Por ejemplo, mezclar sonido, texto y gráficos de una sola vez limita las explicaciones teóricas, que en la educación infantil pueden resultar aburridas, y permite trabajar con instrumentos como una forma más de expresión musical desde el primer momento. 



Teniendo esto claro, hay tres objetivos a tener en cuenta y que se desarrollan gracias a la educación musical infantil: 
  1. Objetivos musicales con los que el niño se desarrolla habilidades musicales y conoce esta manifestación humana artística desde distintas épocas y culturas.
  2. Objetivos  humanos que permitan que el niño desarrolle todas sus facultades, especialmente aquellas relacionadas con la creatividad y la intuición.
  3. Objetivos sociales que ponen de manifiesto la importancia de la música como elemento de comunicación y expresión tanto en un grupo de individuos iguales (un grupo de niños en el colegio) como en un ámbito más familiar. 
Los principales planteamientos del Método Willems se exponen en su libro “Bases psicológicas de la educación musical”.  En 1949 fundó la editorial Pro Música en Friburgo, donde publicó toda su obra en francés. Prácticamente toda la labor pedagógica y musical  de Edgar Willems fue desarrollada en Suiza, donde murió en 1978. 

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